¿Qué es la diabetes?
La diabetes es una enfermedad «relativamente» frecuente, muy fácil de diagnosticar pero, a veces, bastante difícil de controlar. Todos hemos oído hablar de ella, y casi todos conocemos a alguien que la padece, familiar o amigo.
La
diabetes es definida como un desorden en el metabolismo de los hidratos
de carbono, grasas y proteínas causado por una deficiencia de insulina,
que puede ser absoluta o relativa. Por su parte, la insulina es una
hormona secretada en las células beta del páncreas, cuya producción
permite controlar la glucemia (niveles de glucosa en sangre). La
deficiencia de insulina ocasiona un deterioro en la capacidad de los
tejidos para utilizar los nutrientes, lo que se traduce en un aumento de
glucosa en sangre (hiperglucemia).
En condiciones normales, cuando la glucosa excede de 110 mg/dl se secreta insulina y la glucemia baja a su valor normal (80-110 mg/dl). Cuando la glucemia disminuye por debajo de 60 mg/dl se inhiben la secreción y síntesis normales de insulina, lo que limita la utilización de glucosa por los tejidos y permite que la glucemia aumente al rango fisiológico normal.
El organismo obtiene su energía en forma de carbohidratos, grasas y proteínas a través de la dieta. Esto proporciona combustible para 4-8 horas de metabolismo celular. Después de este período el organismo se nutrirá de la glucosa producida por el hígado, principalmente, pero todo ello controlado por la mayor o menor producción de insulina por las células pancreáticas.
Síntomas
Por lo general, en las clínicas vemos al perro cuando los síntomas se vuelven evidentes y os empiezan a preocupar. Por tanto, cuando acudís a nosotros casi siempre vamos a encontrarnos con hiperglucemia y glucosuria (presencia de glucosa en la orina) en ayunas. El perro manifestará mucha sed, lo que le llevará a ingerir gran cantidad de agua (polidipsia, con una incidencia del 93 por ciento), orinará muchísimo (poliuria, en un 77 por ciento de los casos) e ingerirá más comida, o al menos la solicitará (polifagia, lo que sucede en el 19 por ciento de los pacientes). Todo esto irá acompañado de pérdida de peso.
En ocasiones os acercaremos a la clínica porque el perro se orina en casa o porque manifiesta una pérdida de visión repentina. En este caso, las cataratas se pueden desarrollar rápidamente y observaremos que el perro se choca con muebles u obstáculos.
Siempre que los veterinarios nos encontramos un paciente diabético seguimos investigando, porque estos perros suelen presentar numerosas complicaciones, fundamentalmente de tipo hormonal (endocrino).
Dado que en la mayoría de las ocasiones nos encontraremos ante un animal geriátrico debemos valorar todos los trastornos potenciales frecuentes en edades avanzadas. En muchos casos estos perros son diabéticos limítrofes o latentes que presentarían la enfermedad de forma manifiesta como consecuencia de farmacoterapia, pancreatitis, insuficiencia cardíaca congestiva, estro, infecciones u otras causas.
Tratamiento
Que el tratamiento sea el adecuado dependerá de cómo interpretemos los signos clínicos, los valores de glucosa en orina y las determinaciones periódicas de glucosa en sangre. La reaparición de síntomas una vez instaurada la terapia en un diabético previamente bien controlado indicarán la necesidad de mejorar el control. El comportamiento de la glucosa medida en la orina por nosotros también podrá indicarnos el inicio de la desregulación.
Evidentemente, la finalidad del tratamiento es eliminar los síntomas observados o minimizarlos limitando las fluctuaciones de glucosa. Esto lo conseguiremos con la administración de la insulina apropiada, dieta, ejercicio, la prevención y control de trastornos inflamatorios, infecciosos, neoplásicos y endocrinos.
Los buenos resultados dependerán del número de células beta funcionales que queden en el páncreas y de la variación individual de la respuesta al tratamiento. La pérdida de peso en presencia de un buen apetito a menudo es signo de que la glucemia no se controla adecuadamente, aunque a veces la dieta baja en grasas puede ser la apropiada para el perro diabético. Las infecciones recurrentes en piel, vías urinarias o vías respiratorias también pueden ser indicadoras de que la hiperglucemia persiste.
El ejercicio es muy importante, debe realizarse todos los días a la misma hora. Una excepción serían los perros de caza, a los que debemos disminuir la dosis de insulina en los días en que hagan un mayor esfuerzo. La cantidad a reducir es difícil de determinar, pero recomendamos un 50 por ciento al principio y hacer ajustes según los síntomas y las eventuales hipoglucemias. Los signos de esta complicación deben ser identificados rápidamente por el cazador o guía y tener siempre a mano fuentes de glucosa.
La insulinoterapia es el aspecto más importante del tratamiento de la diabetes mellitus. Desde su descubrimiento en 1921 se han desarrollado varios tipos de formulaciones, las hay de acción corta (regular), intermedia (lenta, NPH) o prolongada (ultralenta), así como mezclas de las anteriores en función de la prontitud, duración e intensidad del efecto después de su administración por vía subcutánea. También existen diferentes presentaciones en función de la especie animal de las que se obtiene. Así, tenemos la bovina, la porcina y la obtenida por ingeniería genética, llamada recombinante humana. En perros podemos utilizar esta última, aunque existe en el mercado una de uso veterinario, de origen porcino, llamada caninsulín, que yo he usado con excelentes resultados. Otros veterinarios recomiendan el uso de las porcinas y bovinas en sus presentaciones NPH y lentas. La experiencia de cada uno será la que determine cuál es la más adecuada para cada caso.
El tratamiento se suele iniciar con una inyección al día en dosis de 0,5 UI/kg, pero normalmente serán necesarias dos inyecciones diarias y llegar hasta 1 UI/kg para conseguir un adecuado control del proceso. Los reajustes de dosis debemos hacerlos a razón de 0,53 UI por animal cada cinco días en caso de ser necesarios.
En veterinaria, la insulina puede administrarse antes de las comidas a animales diabéticos que habitualmente tengan un buen apetito. Sin embargo, nos encontramos, a veces, con perros que manifiestan un apetito selectivo, en cuyo caso es mejor pincharles en el momento de la comida. Si no ingiere alimento puede reducirse la dosis a la mitad o no administrarse y llevar al perro al veterinario para determinar la causa de la anorexia.
El control de la glucemia puede tardar un mes en lograrse y se habrá conseguido cuando se resuelvan los signos clínicos, el perro se encuentre saludable, su peso corporal sea estable, nosotros estemos satisfechos y, si es posible, la glucemia varíe entre 100 y 250 mg/dl durante el día. Vuestra opinión en cuanto a la ingestión de agua, diuresis, apetito y peso corporal es de gran importancia. Una vez conseguido un buen valor de glucosa en sangre, haremos controles cada tres o cuatro meses, cuyos resultados no permitirán ajustar la terapia con insulina. Los ajustes en la dosificación serán frecuentes, por lo que es importante establecer un rango de dosificaciones «seguras». La vigilancia ocasional de la orina para buscar glucosuria o cetonuria pueden proporcionar información útil. El sitio adecuado para administrar las inyecciones son los laterales del tórax y del abdomen. La parte posterior del cuello tiene el inconveniente de la falta de irrigación y la fibrosis que inducen las inyecciones repetidas.
En condiciones normales, cuando la glucosa excede de 110 mg/dl se secreta insulina y la glucemia baja a su valor normal (80-110 mg/dl). Cuando la glucemia disminuye por debajo de 60 mg/dl se inhiben la secreción y síntesis normales de insulina, lo que limita la utilización de glucosa por los tejidos y permite que la glucemia aumente al rango fisiológico normal.
El organismo obtiene su energía en forma de carbohidratos, grasas y proteínas a través de la dieta. Esto proporciona combustible para 4-8 horas de metabolismo celular. Después de este período el organismo se nutrirá de la glucosa producida por el hígado, principalmente, pero todo ello controlado por la mayor o menor producción de insulina por las células pancreáticas.
Síntomas
Por lo general, en las clínicas vemos al perro cuando los síntomas se vuelven evidentes y os empiezan a preocupar. Por tanto, cuando acudís a nosotros casi siempre vamos a encontrarnos con hiperglucemia y glucosuria (presencia de glucosa en la orina) en ayunas. El perro manifestará mucha sed, lo que le llevará a ingerir gran cantidad de agua (polidipsia, con una incidencia del 93 por ciento), orinará muchísimo (poliuria, en un 77 por ciento de los casos) e ingerirá más comida, o al menos la solicitará (polifagia, lo que sucede en el 19 por ciento de los pacientes). Todo esto irá acompañado de pérdida de peso.
En ocasiones os acercaremos a la clínica porque el perro se orina en casa o porque manifiesta una pérdida de visión repentina. En este caso, las cataratas se pueden desarrollar rápidamente y observaremos que el perro se choca con muebles u obstáculos.
Siempre que los veterinarios nos encontramos un paciente diabético seguimos investigando, porque estos perros suelen presentar numerosas complicaciones, fundamentalmente de tipo hormonal (endocrino).
Dado que en la mayoría de las ocasiones nos encontraremos ante un animal geriátrico debemos valorar todos los trastornos potenciales frecuentes en edades avanzadas. En muchos casos estos perros son diabéticos limítrofes o latentes que presentarían la enfermedad de forma manifiesta como consecuencia de farmacoterapia, pancreatitis, insuficiencia cardíaca congestiva, estro, infecciones u otras causas.
Tratamiento
Que el tratamiento sea el adecuado dependerá de cómo interpretemos los signos clínicos, los valores de glucosa en orina y las determinaciones periódicas de glucosa en sangre. La reaparición de síntomas una vez instaurada la terapia en un diabético previamente bien controlado indicarán la necesidad de mejorar el control. El comportamiento de la glucosa medida en la orina por nosotros también podrá indicarnos el inicio de la desregulación.
Evidentemente, la finalidad del tratamiento es eliminar los síntomas observados o minimizarlos limitando las fluctuaciones de glucosa. Esto lo conseguiremos con la administración de la insulina apropiada, dieta, ejercicio, la prevención y control de trastornos inflamatorios, infecciosos, neoplásicos y endocrinos.
Los buenos resultados dependerán del número de células beta funcionales que queden en el páncreas y de la variación individual de la respuesta al tratamiento. La pérdida de peso en presencia de un buen apetito a menudo es signo de que la glucemia no se controla adecuadamente, aunque a veces la dieta baja en grasas puede ser la apropiada para el perro diabético. Las infecciones recurrentes en piel, vías urinarias o vías respiratorias también pueden ser indicadoras de que la hiperglucemia persiste.
El ejercicio es muy importante, debe realizarse todos los días a la misma hora. Una excepción serían los perros de caza, a los que debemos disminuir la dosis de insulina en los días en que hagan un mayor esfuerzo. La cantidad a reducir es difícil de determinar, pero recomendamos un 50 por ciento al principio y hacer ajustes según los síntomas y las eventuales hipoglucemias. Los signos de esta complicación deben ser identificados rápidamente por el cazador o guía y tener siempre a mano fuentes de glucosa.
La insulinoterapia es el aspecto más importante del tratamiento de la diabetes mellitus. Desde su descubrimiento en 1921 se han desarrollado varios tipos de formulaciones, las hay de acción corta (regular), intermedia (lenta, NPH) o prolongada (ultralenta), así como mezclas de las anteriores en función de la prontitud, duración e intensidad del efecto después de su administración por vía subcutánea. También existen diferentes presentaciones en función de la especie animal de las que se obtiene. Así, tenemos la bovina, la porcina y la obtenida por ingeniería genética, llamada recombinante humana. En perros podemos utilizar esta última, aunque existe en el mercado una de uso veterinario, de origen porcino, llamada caninsulín, que yo he usado con excelentes resultados. Otros veterinarios recomiendan el uso de las porcinas y bovinas en sus presentaciones NPH y lentas. La experiencia de cada uno será la que determine cuál es la más adecuada para cada caso.
El tratamiento se suele iniciar con una inyección al día en dosis de 0,5 UI/kg, pero normalmente serán necesarias dos inyecciones diarias y llegar hasta 1 UI/kg para conseguir un adecuado control del proceso. Los reajustes de dosis debemos hacerlos a razón de 0,53 UI por animal cada cinco días en caso de ser necesarios.
En veterinaria, la insulina puede administrarse antes de las comidas a animales diabéticos que habitualmente tengan un buen apetito. Sin embargo, nos encontramos, a veces, con perros que manifiestan un apetito selectivo, en cuyo caso es mejor pincharles en el momento de la comida. Si no ingiere alimento puede reducirse la dosis a la mitad o no administrarse y llevar al perro al veterinario para determinar la causa de la anorexia.
El control de la glucemia puede tardar un mes en lograrse y se habrá conseguido cuando se resuelvan los signos clínicos, el perro se encuentre saludable, su peso corporal sea estable, nosotros estemos satisfechos y, si es posible, la glucemia varíe entre 100 y 250 mg/dl durante el día. Vuestra opinión en cuanto a la ingestión de agua, diuresis, apetito y peso corporal es de gran importancia. Una vez conseguido un buen valor de glucosa en sangre, haremos controles cada tres o cuatro meses, cuyos resultados no permitirán ajustar la terapia con insulina. Los ajustes en la dosificación serán frecuentes, por lo que es importante establecer un rango de dosificaciones «seguras». La vigilancia ocasional de la orina para buscar glucosuria o cetonuria pueden proporcionar información útil. El sitio adecuado para administrar las inyecciones son los laterales del tórax y del abdomen. La parte posterior del cuello tiene el inconveniente de la falta de irrigación y la fibrosis que inducen las inyecciones repetidas.
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